Aprovechando que los MENA son un tema de actualidad y están saliendo en los medios, creo necesario que alguien diga la situación real de lo que está pasando. Es un tema complejo, donde la imagen de la situación que se está ofreciendo a través de los medios y de determinados partidos políticos es, sobre todo, a base de mensajes de odio, como los de Vox, es la de unos niños que viven en la calle sin ningún tipo de normas, donde lo único que hacen es robar y esnifar pegamento. La realidad de esto es mucho más compleja: el problema no son estos niños y niñas, sino nuestra sociedad, nuestro gobierno, los mensajes sensacionalistas y de odio que se transmiten.
Contaré la realidad de Melilla, ciudad autónoma española donde tienen la mayor población y afluencia de MENAS de España. He tenido la oportunidad de hablar con ellos, de escuchar su historia de vida, incluso de trabajar con ellos. No voy a nombrar ni centros ni personas porque no es un problema individual, es el problema de mil y pico niños/as que están institucionalizados en Melilla, más todos aquellos que viven en la calle intentando poder llegar a la Península, donde les han prometido que la vida es más fácil, que hay trabajo y un sitio para ellos.
La realidad que se encuentran es la contraria, como es la saturación de los centros, que están triplicando su capacidad con los mismos recursos que si estuvieran dentro de ratio, es decir, dos educadores por turno y pabellón para unos ochenta niños/as. En cada centro los números oscilan, pero, más o menos, esta es la realidad, aparte de la situación que sobrepasa a los “educadores” (aunque la mayoría no se pueden llamar así, porque no tienen formación de educación social: son de magisterio o cualquier otra especialidad que no desarrolla la sensibilidad que requiere el trabajo con personas en riesgo).
El trato que les dan a los MENAS es deshumanizador, poniendo constantes limites a niños de siete años que quieren ser abogados, y sus educadores les dicen que, por ser MENA, no pueden ser nada más que un potencial delincuente. Personalmente, no me he encontrado ni vistoagresiones como tal, pero he oído mil historias sobre ellas y evidencias que me hacen perder la fe en las personas;¿donde está la benevolencia y la empatía con niños y niñas que solo quieren tener un futuro, porque en su paísno había futuro para ellos?
Los MENA son niños que están tutelados por el Estado español porque son menores y, como tal, tienen derechos. El hecho de que estén tutelados por el Estado nos hace a todos un poco responsables de estos niños de 0 a 17 años que tienen sueños, esperanzas y, como niños y a pesar de las condiciones tan duras que les ha tocado vivir, siguen albergando la inocencia dentro de ellos, ¿qué nos cuesta dejar que se busquen un futuro en nuestro país?, ¿qué empeño tenemos en poner más trabas a la vida de estos menoresque, o bien no tiene familia, o bien su propia familia les ha dejado a la puerta de uno de los centros para que puedan tener un futuro fuera de la miseria.
Después de unos meses de observación, investigación y trabajo en primera persona con ellos y ellas, me he dado cuenta de que no por ser MENAS son malos, ni ladrones ni tienen malos sentimientos, solo son niños que han tenido que desarrollar su instinto de supervivencia al máximo, porque para ellos es una competición constante para comer y sobrevivir, pero, sobre todo, para la sociedad que les rechaza y les corta su desarrollo. Son niños que en cuanto te conocen un poco, te demandan mucho cariño porque tienen carencias afectivas brutales y una desmotivación general.
La realidad que he visto es que son niños que no entienden qué está pasando, no pueden comprender porqué su familia, en caso de que la tenga, ha cruzado con ellos la frontera y les ha dejado en un país que no es el suyo, donde no hablan su idioma y no son importantes para nadie, donde lloran desconsolados la ausencia de su madre.
Cómo explico yo, aspirante de educadora social, a ese niño de siete años que no habla español, que no puede dejar de llorar ante la incertidumbre de su futuro y el sentimiento de abandono, que su madre no es que no le quiera, es que ha tenido que renunciar a verle crecer para que él tenga un futuro en un país, donde la han prometido que hay sitio y futuro; cómo le explico que tanto sacrificio no vale de nada porque va a pasar los siguientes diez años en ese centro donde va a ser un numero, donde es raro que apoyen sus sueños o las metas que él se marque, que va a crecer en una sociedad donde le van a odiar sin conocerlo, donde van a tener miedo de él sin saber cómo es, solo por su color de piel y su acento.
Otra realidad son los niños y niñas –sobre todo niños– que viven en la calle porque en los centros no pueden estar o por haber sufrido agresiones o porque no se adaptan a ellos, están en la calle para intentar colarse en el ferri y llegar a la tierra de las oportunidades que ellos creen que es la Península.Hablo de niños que ponen en riesgo su vida, que incluso en algunos casos la pierden por llegar a un trozo de tierra donde creen que van a tener un futuro y en realidad lo único que se van a encontrar es con rechazo y trabas burocráticas.Mi pregunta, analizando esto, es: ¿por qué siempre se nos llena la boca con los Derechos Humanos y los de la infancia, si en verdad nos da igual?, ¿estos niños, por ser de fuera, no tienen derecho a un futuro?, ¿qué nos cuesta compartir oportunidades con ellos?
Al conocer esta dura realidad, mi esperanza en la sociedad española, si ya se tambaleaba, ahora pende de un hilo, ese hilo son las personas buenas que confían y han confiado en estos niños y su proyecto de vida lo han enfocado en demostrar que los MENA solo son niños y niñas que, como tales, quieren cumplir sus sueños y se cuestionan quiénes somos nosotros para arrebatar a estos niños y niñas la poca esperanza que les queda. Para arrojar un poco de luz a esta oscura realidad, me veo obligada a hablar de la asociación NANA (http://www.asociacion-nana.org/), no porque haya salido en GotTalent, sino porque he tenido la oportunidad de escuchar a una de las fundadoras de esta asociación y su proceso hasta llegar a fundar la misma, una persona con una increíble sensibilidad, fe y empatía hacia estos niños y niñas. A lo que se dedica es a través del arte dramático devuelve la confianza a estos niños y niñas que han perdido la confianza en si mismos, les da algo por lo que ilusionarse y de paso demuestra al mundo lo que son capaces de hacer estos MENA.
Creo que es necesario hablar de ella porque ha luchado contra viento marea por estos niños, les conoció por casualidad en un voluntariado y poco a poco fue apostando por ellos hasta conseguir que, a través de la música y el arte dramático, estos niños se creyeran que valían la pena y que los limites se los ponen ellos, a través de las funciones que se dieron en Melilla ha dado otra imagen de estos niños, una visión en la que solo son niños haciendo arte, una visión que no está difuminada por mensajes sensacionalistas ni discursos de odio.
Irene Yagüez Bausela