La “suerte” de ser Inmigrante en tiempos de pandemia

La ciudad autónoma de Melilla, situada al Norte de África con una extensión de 12 km² y una población de 86000 habitantes. Es una ciudad multicultural, ya que conviven la cultura Musulmana, la Cristiana, Hindú y Judía. Melilla está delimitada por las fronteras con Marruecos, donde en los días sin pandemia pasaban miles de personas a diario para trabajar, entre ellas las conocidas como porteadores, que generalmente son mujeres. Una de las peculiaridades de Melilla es el gran número de menores extranjeros no acompañados que están viviendo tanto en centros como en la calle.

La pandemia también ha llegado a Melilla sin causar un gran desastre, según los datos son 100 contagios, de los cuales han fallecido dos personas, y actualmente no hay nadie en la UCI, pero el confinamiento se lleva a cabo igual. La decisión de la Ciudad Autónoma ha sido que la policía tiene que llevar a todos los niños que hay en la calle al centro de menores de la Purísima; si de normal están triplicando la capacidad, ahora es un completo hacinamiento sin ningún tipo de higiene y con una cantidad ingente de brotes de sarna. Esto lo sé a través de los propios niños que se escapan del centro para seguir viviendo en la calle, porque es mejor solución seguir en la calle con todo lo que eso conlleva que estar en un centro.

Foto del interior de La Purisima

En cuanto a las personas adultas. Fueron trasladadas al pabellón polideportivo Lázaro Fernández. Como se puede uno imaginar, no hay internet ni televisión ni nada con lo que distraerse, solo eran hileras de literas. Un día un grupo de personas para entretenerse estuvieron cantando todos juntos, algo que hemos hecho todos de forma natural, pero que a los vecinos no les pareció ni lógico ni normal, por lo que se quejaron. A consecuencia de las quejas de los vecinos, las personas del pabellón fueron trasladas a una carpa situada en una zona de Melilla llamada V Pino.

En este lugar, a causa de que no había suficientes suministros de agua y comida, decidieron hacer una protesta en forma de huelga de hambre con el fin de que sean escuchados y les den los suministros a tiempo.

Protesta en la carpa del V Pino de Melilla.

Una vez mejorada la llegada de suministros a la carpa, llegaron las lluvias típicas de primavera, donde llovió de forma torrencial, por lo que se inundó la carpa y las personas tuvieron que dormir con mantas finas, mojados y pasando mucho frio.

V Pino durante las lluvias.

Menos mal que todavía queda gente con buenas intenciones y un melillense cedió una nave para que se alojaran allí hasta que se habilitara la plaza de toros de Melilla.

Con toda esta información que me han dado los niños y personas que han vivido esta situación, el hecho de que prefieran vivir en la calle que en estas condiciones me da que pensar, me asaltan miles de preguntas; ¿cómo es posible que la solución a un problema sea peor que el propio problema?, ¿cómo es posible que las soluciones que se dan para estas personas hayan llegado tan tarde y les hayan hecho pasar hambre carencias higiénicas y frio?, no me explico cómo eso es un solución y hayan tardado más de un mes en solventarlo.

Desde mi punto de vista es deshumanizar aun más, si se puede, a estas personas que no tienen nada y que solo han venido a España persiguiendo el sueño de una vida digna, que encima hablando con la mayoría no quieren ni quedarse en España, quieren irse a otros países.

¿Cómo es posible que en la ciudad de Melilla, donde la mayoría de la población proviene de Marruecos y comparten cultura, con todas esas personas que han corrido peor suerte que ellos teniendo que vivir en la calle, no haya el mínimo de empatía y no aguanten a un grupo de personas cantando?, ¿qué hay de malo en eso?

Tampoco comprendo cómo se puede permitir que en un centro donde hay 900 niños, con capacidad para 300, donde son todos menores con la tutela del estado y la salvaguarda del centro de menores La Purísima, se permita ese hacinamiento y esas condiciones insalubres. Una vez más me pregunto qué fue de los derechos humanos y de los derechos de los niños.

Pero lo que más me asusta de todo esto es que casi nadie lo sabe y el que lo sabe calla, como demuestran que a nadie le importan tantas vidas humanas que no tienen las necesidades básicas cubiertas. Los melillenses saben de la situación de la gente que está en la calle y en los centros, porque en un lugar de doce kilómetros cuadrados, es muy difícil mirar a otro lado. La mayor parte de la gente calla, los medios callan, simplemente estas historias caen en el olvido y a nadie le importa. Pero como me han dicho tantas veces… ¡Que sabré yo!

Irene Yagüez Bausela

Alumna de Educación Social

Facultad de Educación de Palencia. Universidad de Valladolid

Melilla, 28 de abril de 2020