Kausachun Warmikuna

Kausachun Warmikunaviene del quechua, idioma de los incas y lengua nativa en muchos países de Sudamérica, y su traducción al castellano es ¡que vivan las mujeres!

Desde hace años las mujeres peruanas han utilizado estas palabras como grito de rebeldía para dar voz al papel cada vez más protagónico que están teniendo las mujeres en la historia moderna del Perú.

En América latina, distintos acontecimientos como el fin de la dictadura de Pinochet, las secuelas de la operación Cóndor en la que participaron las distintas dictaduras de la región, o la presencia de distintos grupos terroristas en diversos países han provocado grandes cambios culturales y sociales en el continente.

En Perú, concretamente, país que ha sufrido una fuerte crisis económica en la segunda mitad del siglo XX, a la que se añadió la crisis política, provocada por el terrorismo de Sendero Luminoso; se vivieron unos años de gran sufrimiento, asesinatos, desapariciones, violaciones, etc., en todos los sectores populares de la población, y de manera especial entre las poblaciones indígenas. En esta época unas 25.000 personas desaparecieron a manos de los terroristas y de las fuerzas armadas y policiales. Y todavía hoy no se tiene claro el número de muertos.

Sendero luminoso fue el grupo terrorista más violento de América Latina en esos años.  Apareció en una pequeña universidad del departamento de Ayacucho, en la sierra peruana. Su fundador, un profesor de dicha universidad, movilizó a una población mayoritariamente indígena y a jóvenes fanatizados con una ideología mezcla del marxismo que había triunfado en Camboya con los Kemeres rojos y el victimismo propio de todo nacionalismo etnicista.

En este contexto surgieron diferentes iniciativas para hacer frente a la situación caótica que se vivía y para buscar soluciones prácticas que permitieran ir avanzando en un futuro más esperanzador. En la inmensa mayoría de estas alternativas la mujer andina jugó un papel fundamental. Diversas organizaciones feministas se han desarrollado en este tiempo por todo el país para luchar por el empoderamiento de la mujer. Entre dichas organizaciones destacan dos: el movimiento Manuela Ramos y el centro Flora Tristán.

Las mujeres se organizaron a lo largo de todo el país en “clubes de madres”, en “comedores populares”, en “grupos solidarios para la gestión de microcréditos”, etc. Apoyaron la creación y mantenimiento de “tiendas comunales”, “botiquines barriales” … Aseguraron la alimentación de sus hijos y aunque muchas de ellas no sabían leer ni escribir fueron las protagonistas de las asociaciones de “padres de familias” en todos los niveles de la educación formal. Instituciones como el CPUR se implicaron en fortalecer las organizaciones femeninas y acompañaron su crecimiento.

Individualmente también sacaron tiempo, además, para complementar los escasos ingresos familiares con la venta ambulante, con la confección de artesanías para el turismo y se multiplicaron los puestos de comida ambulante por todo el país.

Viendo su capacidad y la eficacia de sus asociaciones la cooperación internacional y las diferentes organizaciones de solidaridad internacional presentes en Perú, decidieron contar con ellas como las encargadas de canalizar la ayuda que enviaban al país. Todo esto ha logrado fortalecer el protagonismo de la mujer andina en la sociedad actual, ha favorecido su empoderamiento en sus barrios y comunidades y, a día de hoy, están liderando un cambio en la sociedad peruana, intentando derribar patrones de comportamiento machista y siendo pilares de la construcción de una sociedad mucho más igualitaria.